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Cannabis y cerebro

El cannabis es una de las drogas ilegales más consumidas en todo el mundo. Según un informe de la ONU el porcentaje de fumadores de marihuana oscila entre el 2,8% y el 4,5% de la población mundial, siendo en EEUU un 13,7% o España un 10,6%. Ha sido consumida a lo largo de la historia, pero en las últimas décadas se están descubriendo cuáles son sus efectos a corto, medio y largo plazo sobre el sistema nervioso central.

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La marihuana tiene diferentes componentes químico-orgánicos, entre ellos la clase Cannabinoide, en la que se encuentra el tetrahidrocanabinol (THC) una sustancia psicoactiva, al ser fumada esta droga, las sustancias pasan de los pulmones al torrente sanguíneo, donde se es trasportado hacia el resto del cuerpo, incluyendo al cerebro, una vez allí el THC activa a los receptores cannabinoides (un tipo de receptores celulares). El cannabis estimula la liberación de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que se asocia a la sensación de placer, creando así un sistema de refuerzo, segun un artículo de la revista Current Opinion in Neurobiology. “Un consumo habitual de cannabis conduce a modificaciones de elementos moleculares de las estructuras cerebrales que son responsables del estado de adicción y del síndrome de abstinencia cuando su uso es interrumpido”.

Además de su adicción, también produce otros efectos a corto plazo como taquicardia, sudoración, somnolencia, lentitud en los movimientos y alteraciones sensoriales.

Los efectos a medio y largo plazo son aun más nocivos:

  • Un consumo diario y habitual, hace que se reduzca el tamaño del hipocampo y la amígdala entorpeciendo las funciones superiores de la mente, que afectan a la adquisición de nuevo conocimiento, a la recuperación de la información almacenada, a la concentración y al pensamiento, en resumen, provoca un deterioro cognitivo grave y de forma permanente.

  • Aumenta la probabilidad de experimentar episodios de psicosis aguda y esquizofrenia, incluyendo alucinaciones, delirios y pérdida del autorreconocimiento.

  • Síndrome amotivacional: abulia, pasividad, indiferencia, irritabilidad y fatiga.

  • Alteraciones en el sueño.

Además de estas anomalías en las que se ve afectado el sistema nervioso, también el uso continuado provoca diferentes trastornos que afectan a los sistemas: Respiratorio, endocrino e inmunitario.

Con esta información invitamos a la reflexión, para que se sopese si los efectos gratificantes mediados por la dopamina, son suficientes para compensar a los riesgos que se corren al consumir esta sustancia.

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