Plasticidad neuronal, el cerebro adaptado.
Durante mucha parte de la historia de la medicina se ha considerado al sistema nervioso un organismo funcionalmente inalterable, donde la anatomía no podía sufrir modificaciones, se pensaba que cuando una neurona moría, no había posibilidad de suplirla, al igual se pensaba sobre las conexiones sinápticas, una vez desaparecidas no se podían regenerar. Cajal en su obra Degeneración y Regeneración del sistema nervioso apuntó que las neuronas parecían incapaces de regenerarse, una vez acabado el crecimiento, las dendritas y axones que morían era de una forma irrevocable, pero dejó la puerta abierta al futuro con la siguiente frase: “Corresponde a la ciencia del futuro cambiar, si es posible, este cruel decreto”.
Actualmente sabemos que el postulado de que todo lo que muere en el sistema nervioso no se puede regenerar no es del todo correcto, ya que por ejemplo se ha descubierto que el organismo es capaz de poner en marcha mecanismos de neurogénesis en los que se pueden producir nuevas neuronas, algo parecido ocurre con la plasticidad neuronal que explicamos en este artículo.
La plasticidad neuronal es un fenómeno extraordinariamente complejo que lleva a cabo el sistema nervioso, a través de numerosos procesos a diferentes niveles; moleculares, celulares, funcionales, microestructurales e incluso en raras ocasiones macroestructurales.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) la plasticidad neuronal se define como: “capacidad que tienen las células que conforman el sistema nervioso para reconstituirse de forma anatómica y funcional, después de ciertas patologías, enfermedades o incluso traumatismos”. Pero la plasticidad no solo se da cuando se padece una anomalía, sino que también está presente en las bases de cualquier aprendizaje.
Este fenómeno es una capacidad adaptativa del organismo, necesaria para compensar los efectos que una lesión puede causar en las células neuronales o en el tejido nervioso. Los mecanismos que se ponen en marcha en la plasticidad neuronal son de una complejidad extraordinaria en los que interactúan numerosas sustancias como péptidos, proteínas, neurorreceptores, etc. Pero principalmente están encaminados a conseguir una reorganización de las sinapsis y capacitar a las neuronas para asumir el papel de otras lesionadas.
Un ejemplo de lo asombroso que puede llegar a ser esta capacidad cerebral ha sido un descubrimiento muy sonado de una mujer que vive sin cerebelo (no es el único caso, ya que anteriormente se ha tenido constancia de otros 8), en estas personas las funciones del cerebelo son asimiladas por otras zonas cerebrales. Hay que destacar que estas personas han logrado vivir sin cerebelo, ya que nacieron sin él, y ha sido posible que conviviesen con esta anomalía, debido que la plasticidad cerebral tiene su máximo potencial en los primeros años de vida.
Queremos enfatizar que este fenómeno es un conjunto de mecanismos de mucha complejidad, en el cual aún queda mucho por descubrir y en el descubrimiento de este fenómeno puede que se encuentren las piezas de algún puzle.
Os dejamos con la reflexión de Santiago Ramón y Cajal con la que abrimos este artículo: “Corresponde a la ciencia del futuro cambiar, si es posible, este cruel decreto”.
Para profundizar en el tema: