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Parkinson y tratamientos

La enfermedad de Parkinson fue descrita por James Parkinson en el 1817 como parálisis agitante, en ese momento comenzó la investigación acerca de esta enfermedad incapacitante. La definición que podemos dar sobre ella es: trastorno neurodegenerativo común y con frecuencia incapacitante, los síntomas más característicos son temblor en reposo, rigidez muscular, rareza en movimientos voluntarios y dificultad para comenzar estos. Como explicación biológica de este trastorno se ha encontrado un déficit de dopamina en la sustancia negra (porción del mesencéfalo), pero no se ha encontrado una causa única y clara como desencadenante de este trastorno.

Hay diversos tratamientos para esta enfermedad, no para curar definitivamente, sino para frenar el avance y los síntomas, aunque se en ciertos casos se ha logrado la mejora de la sintomatología del paciente.

El tratamiento clásico consiste en suministrar precursores de la dopamina (debido a que la dopamina no logra superar la barrera hematoencefálica) como la L-Dopa, pero de manera temporal, debido a que habitualmente, este tratamiento se va haciendo menos efectivo, y los efectos secundarios se incrementan. En el caso de intolerancia a la L-Dopa (o con el fin de disminuir las dosis) se pueden emplear anticolinérgicos, amantadina o bromocriptina.

Pero poco a poco los fármacos que van surgiendo en el tratamiento del Parkinson permiten tener más alternativas: Diferentes familias de fármacos dopaminérgicos han permitido aumentar el suministro de dopamina en el estriado por diferentes mecanismos. Cada familia de fármacos posee un grado de eficacia determinado, así como un perfil de efectos secundarios específico que debe conocerse en detalle para evitar complicaciones sistémicas y neuropsiquiátricas graves. A pesar de estas limitaciones, la disponibilidad de múltiples fármacos ha permitido aumentar la supervivencia media en la enfermedad de Parkinson, con un periodo de funcionalidad en el día a día significativamente más largo al que se conseguía cuando la levodopa era prácticamente el único fármaco disponible. La correcta adición de fármacos dopaminérgicos con diferentes mecanismos de acción permite tratar la enfermedad de Parkinson sin tener que llegar a dosis excesivamente altas de ninguno de ellos, lo que parece, en el momento actual, el mejor algoritmo para el control de los síntomas motores durante un periodo lo más duradero posible.

Pero aparte de los tratamientos farmacológicos, progresivamente se van descubriendo alternativas, buscando posibles opciones, como sugiere una investigación realizada por científicos de la facultad de medicina de la universidad de Oporto, junto con investigadores de los hospitales São João y Pedro Hispano. El tratamiento alternativo que realizaron consistía en la estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico, la investigación se siguió durante cinco años y los resultados fueron los siguientes:

Setenta y uno de los 183 pacientes sometidos a la estimulación cerebral profunda (ECP) del nucleo subtalámico (NST) concluyeron los cinco años de seguimiento. Diez de ellos quedaron excluidos: dos por fallecimiento (cáncer e infarto de miocardio), cinco por pérdida de seguimiento y tres por la retirada del sistema de estimulación. La función motora manifestó una mejora del 78% en el postoperatorio y del 66% a los cinco años. En el postoperatorio se apreció mejoría de los síntomas axiales, pero al cabo de los cinco años habían empeorado de manera significativa. Las puntuaciones de la mRS también mejoraron en el postoperatorio, pero a los cinco años también habían disminuido, pese a que la mayoría (88,5%) conservaba la capacidad ambulatoria. Un paciente (1,6%) manifestó demencia a los seis meses, mientras que otros 19 (31,2%) la manifestaron al cabo de los cinco años. La edad de los pacientes dementes era notablemente mayor (56,5 ± 7,8 frente a 63,7 ± 5,9 años).

Como conclusiones de la investigación: En esta serie de casos, la ECP del NST demostró su eficacia en la mejora de los síntomas motores, aunque habían transcurrido cinco años desde la implantación. En ese período hubo un deterioro de los síntomas axiales y de la incapacidad, y surgieron casos de demencia, pero el posible papel de la ECP del NST como factor causal resta pendiente de concretar

Para finalizar el artículo os dejamos un video de una conferencia Ted, en la que aparece un tratamiento de ECP, y podáis ver como funciona.

Referencias:

  • Monteiro A, Andrade C, Rosas MJ, Linhares P, Massano J, Vaz R, et al. Estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico en la enfermedad de Parkinson avanzada: seguimiento de cinco años en un centro portugués. Rev Neurol 2014; 58: 433-40.

  • Pagonabarraga J, Kulisevsky J. Tratamiento dopaminérgico en la enfermedad de Parkinson: ¿qué puede ofrecer cada familia terapéutica? Rev Neurol 2014; 58: 25-34.

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