Cerebro 2.0
Hace cien años, mi tía abuela, cuando tenía dos años se cayó desde los brazos al suelo. La caída le provocó una cojera de por vida que afectó para siempre su vida social y emocional. Por entonces, no se usaban radiografías, la traumatología intuía más que veía. El uso de Rayos X supuso un cambio de paradigma.
Un cambio de Paradigma es un cambio radical, donde se abandonan unas teorías para asumir otras nuevas que se ajustan más a la realidad observada por el método científico. Así funciona la ciencia. No es fácil. No ocurre de la noche a la mañana. Entre otras cosas, porque los científicos que sostienen el antiguo paradigma son reacios a cambiar el sistema sobre el que llevan trabajando toda su vida y al que, social y emocionalmente están unidos. Max Planck, Nobel de Física en 1918, lo dejó muy claro: “Las teorías científicas no cambian porque los científicos viejos cambien de opinión, sino que cambian porque los viejos científicos se mueren.”
Giordano Bruno o Galileo cambiaron paradigmas. Al primero lo quemaron vivo y el segundo estuvo en la cárcel hasta que se retractó. Un cambio de paradigma muy reciente es el curioso caso del doctor Barry Marshall que proponía que las úlceras de estómago no se debían a la acidez o al estrés como decían los libros y los médicos “sabían”, sino a una infección bacteriana. La comunidad científica se reía. Marshall se bebió un cultivo de la bacteria Helicobacter Pylori (con caldo de pollo para que supiera mejor) . A los cinco días vomitaba un líquido repugnante y tenía un dolor terrible provocado por las úlceras. En el 2005 le dieron el Nobel de Medicina y, hoy en día, las úlceras se tratan con antibióticos.
En la Neurociencia estamos viviendo un cambio de paradigma ahora. La investigación basada en la tecnología está empezando a mostrarnos lo que pasa en el cerebro en tiempo real y no sólo en las autopsias o en los ratones. Este cambio impactará en nuestras vidas y sobre todo la de nuestros hijos.
N0 tenemos las mismas neuronas durante toda la vida como se nos ha dicho. El cerebro es plástico por encima de todo, cambia según lo que experimentamos y pensamos y los que es más importante, cambia siempre. Cada red de circuitos neuronales dispone de una ventana óptima durante la cual puede verse conformado por las experiencias del entorno. Salvo acontecimientos traumáticos posteriores, estas ventanas de máxima plasticidad van, en sentido decreciente, desde que estamos en vientre de mama hasta los 16-17 años. En un par de décadas, la titulación de maestro de toda la vida, será la más valorada y la más difícil de conseguir porque así querremos que sea. Ellos serán los que estarán junto a nuestros hijos cuando maduran sus cerebros. En Finlandia ya sucede.
La personalidad y el temperamento, o metafóricamente, “las papeletas de la felicidad”, vienen heredadas en un 50% de los padres, el 20 % se las “compramos” a los que nos cuidan, profesores y amigos, el resto es un misterio para la ciencia pero se cree que son los acontecimientos únicos que nos ocurren cuando crecemos, por ejemplo la cojera de mi tía-abuela. A partir de los 16-17 años ya no quedan casi papeletas que comprar, nuestro cerebro ya no es tan plástico, “Alea, Iacta , est”. El 95% de Las personas que ganan premios en la lotería, al cabo de un año, vuelven al mismo estado de ánimo que tenían antes del premio.
Las personas extrovertidas tienen un cerebro diferente a las introvertidas, las pacíficas a las agresivas, las deprimidas a las estresadas, las diagnosticadas como autistas a las de síndrome de down, las que toman decisiones arriesgadas de los precavidos y esto último se puede medir dividiendo lo que mide el dedo índice entre el anular (curioso, pero cierto). Las emociones, la personalidad, la cognición, las sensaciones, la movilidad, etc... Todas tienen un “cableado” en el cerebro, no surgen de la nada. Cualquier cambio en la forma de pensar o en la conducta significa un cambio físico dentro del cerebro que ahora estamos empezando a medir.
Los violinistas tienen más neuronas en la parte de la corteza cerebral que controla los dedos de la mano izquierda. Los taxistas tienen más neuronas en el hipocampo para la memoria espacial porque la entrenan cuando imaginan las rutas de los clientes. Invidentes de nacimiento utilizan parte de su corteza cerebral visual, que no les vale para ver, como extensión de su corteza sensorial de los dedos para leer en braille. El área de la corteza cerebral donde están las neuronas que perciben la sensación del pezón, son cien veces más numerosas en las mujeres que en los hombres , la evolución se encarga de que chuparlo sea placentero para las mujeres .La oxitocina existe hace millones años y no se han encontrado biberones en las cuevas de Altamira.
Existe una especie de tabú hacia las disfuncionalidades del sistema nervioso que no pasa con otros diagnósticos. Si tenemos mal el menisco, vamos al traumatólogo, hacemos rehabilitación, nos medicamos y se lo contamos a todo el mundo tomando una cerveza. Pero si nosotros, o algún familiar nuestro, tiene un diagnóstico neurológico ya sea cognitivo, conductual, y/o emocional parece que es una discapacidad “más vergonzosa”.
El problema radica en el desconocimiento, porque si decimos que un niño tiene menos axones del fascículo arqueado entre áreas de la corteza cerebral posteriores con anteriores que le produce afasia del lenguaje (y no decimos que es un poco retrasado) entonces se parece a lo del menisco y no es tan vergonzoso. O si digo que una persona tiene un déficit en la proteína asociada al receptor de la recaptación del neurotransmisor serotonina que provoca que los acontecimientos tristes los viva de una manera más intensa y duradera (y no decimos que es depresivo) pasa lo mismo.
Volviendo a mi tía abuela, Su cerebro se desarrolló junto a su cojera, lo que experimentaba y lo que pensaba modelaban físicamente su cerebro. Con toda probabilidad influyó en que nunca contrajera matrimonio y en el desarrollo de una personalidad muy particular calificada como “de carácter difícil” por todos los que la conocieron. Las experiencias tempranas, y no tiene porqué ser traumáticas, afectan al cerebro de por vida hacia una dirección u otra.
Estamos asistiendo a un cambio de paradigma, desafiando el modelo puramente cognitivo del desarrollo humano con un modelo cognitivo basado en el componente social-emocional fundamentado de la neurobiología. La emoción, de ser actor secundario pasa a ser protagonista, en los últimos treinta años se ha multiplicado por 20 la investigación sobre la emoción. Las decisiones, la conducta, el razonamiento son la punta del iceberg, lo que perciben los demás. La emoción esta debajo dirigiendo todo. No es fácil, pero aun podemos cambiar nuestro cerebro metiendo la cabeza “debajo del agua”.
La ciencia demuestra día tras día que esa es la realidad y que podemos actuar sobre ella, mucho mejor si sabemos su origen. Y digo que la ciencia muestra la realidad porque tu cerebro no te muestra la realidad, te engaña y muchas veces. Como dice el refrán:
Más vale pájaro en
en mano que ciento volando
¿Te has dado cuenta de las dos preposiciones?
Mario Fernandez. Master de neurociencia y doctorando por la UAM sobre el sueño.
Del Blog: www.unpulpoenungaraje.wordpress.com
@Mferarig